Sábado 11:
Me someto a un ritual que ya empieza a resultarme conocido: elegir la lana para mi siguiente proyecto, un gorro. Asesorado por Ángela, cómo no, selecciono dos tonalidades de Katia Andes, Gris Claro y Gris Oscuro. La aguja es KnitPro - Aguja circular intercambiable.
Domingo 12:
La web Facilisimo selecciona Diario de un tejedor 7 entre los artículos destacados de su Facebook. Eso catapulta las visitas en cuestión de horas, convirtiendo la séptima entrega en la más leída de la serie. Me entero también de que los blogs El cangrejo tejedor y Labores en red han hablado recientemente del diario. Así que pongo “diario de un tejedor” en Google ―mi ego quizá no sea muy glotón, pero también hay que alimentarlo― y descubro que ha sido mencionado en más de un blog y perfil de facebook. Asombroso: en siete años como crítico musical paso completamente desapercibido, y un mes de tejedor basta para deparar una alegría tras otra. Perdonen ustedes este momento de ‘ombliguismo’, ¿pero acaso no es esa la esencia de un diario?
Lunes 13:
Ángela me enseña a tejer en circular. No es tan complicado como pensaba, pero tengo que acostumbrarme a esta nueva técnica. Además, el complejo procedimiento vuelve a poner a prueba mi capacidad mental: dos puntos del derecho, dos puntos del revés, dos puntos del derecho, dos puntos del revés... Sí, sí, reíros, pero no es fácil, hay que estar concentradísimo.
Miércoles 15:
Le digo a Ángela: “se te acaba de caer un ovillo de Purewool”. Ella no responde, se queda paralizada. Segundos después noto sus ojos humedecidos por la emoción. Finalmente habla: “distingues las marcas de ovillos”. Creo ver una lagrimilla bajando por una de sus mejillas. Este es un día histórico en nuestra relación.
Sospecho que me infravalora: también sé distinguir el punto del ganchillo en cualquier objeto o prenda tejida que encuentre.
Viernes 17:
Acudo por cuarta vez a un encuentro de Alhambra Knits. Mientras se teje, allí se habla de todo. Cine, series, el mundo de la traducción (inevitable en vista de la cantidad de traductoras que acuden cada viernes), gastronomía, viajes... Lo que el resto de asistentes no sabe es que, mientras tanto, en mi mente están teniendo lugar pensamientos mucho más profundos e intelectuales: “derecho, derecho, revés, revés, derecho, derecho, revés..., un momento, ¿ahora toca del derecho o del revés?, eh..., ¡Ángelaaaaaaaaaaaaa!”
Domingo 19:
Por primera vez, veo una serie mientras tejo. No, no es que sea capaz de tejer sin mirar, pero como los encuadres no son precisamente maravillosos, no pasa nada si durante varios segundos me limito a escuchar mientras los personajes departen en sus respectivos asientos. La experiencia fue un éxito, Ángela sólo tuvo que deshacer una veintena de errores tras poco más de 40 minutos.
Miércoles 22:
Ángela lleva dos días de viaje. Se me ocurre seguir avanzando con el gorro, pero en cuanto cometo el primer error, cosa que ocurre en los primeros compases, ya no sé cómo enmendarlo y tengo que parar. No es que no lo supiera antes, pero me permite comprobar empíricamente no sólo lo obvio ―que me queda mucho por aprender―, sino también que soy excesivamente Ángela-dependiente en temas tejeriles. Tengo que aprender a valerme por mí mismo para ser un tejedor de provecho el día de mañana.
Viernes 24:
Ángela sigue ausente, y como mi vida tejedora no existe sin ella, creo que es el momento de concluir esta octava entrega del diario. En la próxima, fotos e historia de mi primer gorro.