venerdì 30 novembre 2012

Diario de un tejedor 11: la corbata musical


Cuando comencé a tejer, realicé esos proyectos habituales en los principiantes: cuello, bufanda, gorro… Una vez que he cumplido con esos proyectos iniciáticos, lo que me divierte es elegir qué tejer o, mejor aún, imaginarlo. Sólo concibo el punto (y lo mismo vale para el ganchillo) como una forma de expresar la creatividad y, con suerte, de sacar una sonrisa al espectador. Así nació el bigote daliniano y, también, la cortaba musical que os presento hoy. Me divierte el contraste entre la seriedad y elegancia que se le pide a una corbata y la artesanía de la técnica con la que fue realizada. Pero no me extiendo más en este prólogo, os dejo con el ‘cómo se tejió’ y con una serie de imágenes que evidencian que posar y la fotogenia no están entre mis cualidades.

Antes de comenzar, lo mejor será confesar que tejer me entretiene bastante menos de lo que esperaba. Sí, me gusta ver el resultado terminado, pero el proceso repetitivo me aburre. Supongo que habrá a quien justamente eso le venga bien para relajarse, pero yo no lo necesito en vista de que mi temperamento es ya tranquilo. En otros proyectos, al tener que cambiar de color o tejer puntos del revés, me resultaba más ameno, aquí, al ser todo punto del derecho, sin misterio alguno, el tedio me vino a visitar pronto.


Pues bien, esta vez hice trampas. En lugar de tejer el proyecto que Ángela me dictaba, yo lo pensé y lo tejimos a cuatro manos. Un rato ella, otro rato yo. Pero claro, como Ángela es más rápida, tejí bastante menos de la mitad que me correspondía. Así que esta entrega debería titularse “Diario de dos tejedores”, “La maestra y su aprendiz” o, para ser más precisos, “Por favor, Ángela, te lo ruego, ayúdame con la corbata que se me está haciendo muy larga y ya me sale espuma por la boca”.

Pero no es necesario que hagáis un acto de fe, basta con observar atentamente la corbata para distinguir qué partes tejió cada uno. Las que están perfectas, ella; las que están repletas de huecos, que parecen agujeros negros, quien esto escribe. De hecho, los cosmólogos se han interesado por la corbata, pues los enormes agujeros resultantes crean ondas gravitacionales que podrían explicar el origen del universo.


¡Ah!, y si os preguntáis por qué está bordada una clave de Fa, y no una de Sol, la respuesta es muy sencilla: de ningún modo voy a desaprovechar la oportunidad de ser pedante. Es más, la idea inicial era una clave de Do, pero era un pelín complicada de bordar, y Ángela me convenció de que mi idea alternativa, bordar la partitura completa del concierto número 3 de Rachmaninov para piano y orquesta, no cabía de ninguna manera. Ella sabrá, que es la experta.

Por otra parte, sólo estoy siguiendo una tradición musical: Mahler nunca dirigía sin sus calzoncillos favoritos de punto; Schoenberg únicamente componía sobre los tapetes que le regalaba su tía-abuela de Viena; y entre la correspondencia de Haydn y Mozart figuran numerosos consejos sobre ganchillo.


Datos técnicos: 

Música escuchada durante la realización del proyecto:
Parker Street, de General Elektriks.
La Habana Era Una Fiesta. Orbit One, de Paul Zinnard.
  Swingaro, de Gypsy Y Los Gatos Rumberos.


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